#CrónicasDelReyLoco
En este país hay tres facciones políticas: los petristas, los uribistas y los neutrales, los que no están en ningún lado, los tibios. Dios aborrece a los tibios. Y estos últimos son los que van a decidir los siguientes cuatro años. Son, a la sazón, los idiotas útiles del establecimiento: pretendiendo votar en castigo a Petro (por los temores que juiciosamente los uribistas les han inculcado) le van a entregar el país a un tipo que no solamente es incapaz de gobernar, también es impredecible. Eso lo hace peligroso. Queriendo que las cosas sigan como están, le van a dar el poder a un anciano para el cual no hay paciencia de exponer argumentos o razones más o menos válidas. En un eventual gobierno del ingeniero, prevemos el caos. Incluso ponemos en duda que acabe su mandato porque las movilizaciones por venir lo depongan. A Duque lo salvó de ese escenario la pandemia: tuvimos que encerrarnos durante casi un año por el temor al contagio más que por la dirección del ejecutivo. El descontento generado por una conducción errática y negligente del poder volcó a los jóvenes a la calle y vimos, como nunca antes, el poder de la protesta: lograron matrícula cero en las universidades y hundir una disparatada reforma tributaria.
Pero volvamos al tema del ingeniero. ¿Cómo sería un eventual gobierno de Rodolfo Hernández? Esta será la pregunta que inaugura esta serie de escritos. La tarea es tratar de imaginar el escenario más aproximado sobre un gobierno rodolfista. Un gobierno del ingeniero se parecerá más a la conducción díscola e indómita de un hombre senil en las ultimidades de su existencia con la responsabilidad de dirigir un país. ¿Se quejan de que Petro es arrogante y autoritario? No se preocupen: con Rodolfo ese será el pan de cada día. No sólo autoritario: además, profundamente irritante. ¿No votan por Petro porque tienen miedo de que los expropie? Tranquilos: con el ingeniero, las élites van a conservar sus privilegios feudales y la clase media sufrirá igual como lo ha hecho hasta ahora. Vendrá, de nuevo, el periodo de la patria boba, donde los ricos aseguran su bienestar mientras los cinco.millones de tibios que eligieron al ingeniero seguirán pasando penurias. Y nosotros con ellos. Así lo quisieron, así lo tendrán. Vale la pena resaltar, en este escenario inverosímil, que las huestes uribistas están dispuestas a lo que sea, con tal de que las cosas sigan el curso normal que los gobiernos de derecha durante doscientos años de república han trazado para nuestro país. Y para ello usan el temor de los tibios. El miedo los gobierna.
Y mientras tanto, el Rey Loco está en su trono medieval disfrutando del vino escanciado por el miedo y el calculo político. Recuerda sus promesas y se dibuja una sonrisa en su rostro de piedra: valió la pena la mentira y la calumnia para llegar a la Casa de Nariño. Y claro, las promesas: los llevará a conocer el mar a todos los que lo deseen. No le pregunten cómo ni cuándo; le incomodan las preguntas. Sobre todo si vienen de periodistas.
Si no creen en Dios, entonces en el curso de estos artículos, les voy a mostrar al diablo.
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