martes, 17 de mayo de 2022

CARTAS A UN INDECISO (7)


El fantasma del populista.

Populismo. Palabra contrahecha por facciones de derecha para estigmatizar las propuestas que no les gustan. Y la extienden a partidos y contendores. Vocablo mágico y efectivo que de inmediato desvirtúa la credibilidad de quien es señalado como tal. Un juego de palabras que sólo interesa a quien se cree con la autoridad para esgrimirlo. Periodistas y políticos lo usan sin distingo pretendiendo legitimar su discurso, harto más desbaratado y ridículo, que sus mismas ideas.


Pero ¿qué entienden nuestros paisanos por populista? La respuesta es simultánea al señalamiento draconiano: lo aplican a las propuestas que para ellos son irrealizables y por ello mismo absurdas. Y es este punto el que me interesa tratar en el artículo de hoy. Las propuestas populistas: ¿para quién lo son? Toda esta logomaquia depende tanto del punto de vista del que se le mire como de la postura del observador. Será populista, por ejemplo, llevar agua potable a la Guajira porque no hay plata para eso. En parte, tienen razón: su cálculo mercantilista y neoliberal les impide hacer una inversión que no puedan retornar en dinero en el corto plazo. No es rentable, para ellos, saciar la sed de los lugareños de esa roca árida y sin vida si no la pueden cobrar como sus libros de contabilidad se los sugiere. En este orden, será mejor llevar ese dinero a tierras más promisorias, más citadinas. Nunca alguien lo señaló con más acierto que el finado senador Gerlein: hacer ese tipo de inversiones sociales es botar la plata, es perfumar un bollo. Así piensa nuestra clase política, para la cual esta patria no es más que un latifundio para engordar sus obscenas fortunas agrandadas con dineros públicos. Por eso, indigna que sea está ralea de cuello blanco la que nos enrostre, cada cuatro años, sus discursos conservadores y correctos desde su perspectiva de clase, sobre quién debe gobernar. Y para descalificar al otro se lo tacha de "populista". 


Ahí está su error: pretender aue, con su criterio, se eclipsa el nuestro, porque no tenemos ni los medios ni la cobertura que ellos tienen en radio y televisión.  Y, sobre todo, tratarnos como ignorantes al creer que estaremos de acuerdo siempre con sus prejuicios feudales. Mientras que para ellos será populista equilibrar la balanza, nosotros creemos que es posible hacerlo. El acento está en la voluntad del gobernante. Y es ahí donde entramos nosotros, los de abajo. Nosotros ponemos al que decide para dónde va el dinero de las inversiones sociales: para el bienestar público o para las arcas de los particulares. Por eso, para un gobernante que sirva a los intereses de los ricos, no será viable construir infraestructura en municipios deprimidos, mientras para alguien que no esté preocupado por agradarles sí lo será,  porque ese es el objetivo primario del Estado social de Derecho: garantizar el bienestar general.


Populista será el gobierno cuyo acento no esté en la agenda de los terratenientes, banqueros y acaudalados egoístas, sino en el pueblo puro y craso que pulula en los centros poblados, en los cascos rurales, en la gente en general. Y sus propuestas serán populistas porque no obedecen a sus intereses particulares ni acrecienta sus negocios. Populista será saciar el hambre del que no ha comido, porque esa plata no ofrece retorno, a menos que se la roben. Populista será llevar la universidad a las regiones apartadas, porque la construcción de edificios en la selva es demencial. Además,  insustancial. ¿A quién se le ocurre instruir a una caterva de animales zafios y sin entendimiento?... Así nos ven y así nos juzgan. Así  lo han hecho desde que somos república. Populista será,  en fin, toda propuesta que no les represente un provecho inmediato a ellos y menos que no les deje algún usufructo. Por eso nos llaman populistas: porque en un gobierno del Pacto sus billeteras se verán seriamente afectadas. Porque decidimos invertir en la gente en lugar de los negocios individuales. Porque decidimos que este país no es de unos pocos, como ha venido siendo, sino un país en el que debemos caber todos, como no ha sido hasta ahora. Nuestras propuestas serán populistas porque propendemos por un país viable y no por una factoría,  como hasta ahora ha sido tratada nuestra nación. Por eso, para gente como Darcy Quinn o Luis Carlos Velez, no puede haber otro país que no sea más que el patio trasero de sus fincas. Por eso nos llaman populistas.


sábado, 14 de mayo de 2022

Cartas a un indeciso 6

Cartas a un indeciso

La alternativa a Petro: los otros candidatos.


Nos hemos enfrascado (no sólo en esta serie de artículos, sino hace cuatro años, cuando la situación era similar a ésta) en cómo justificar un voto por Petro, que nos hemos olvidado de sus contrincantes. Nos hemos olvidado, debido a la circunstancia, que aquí la cuestión no es o Petro o contra Petro, sino Petro versus los otros aspirantes. Eso es lo que produce el miedo: que no podamos apreciar las cosas sino en blanco y negro. Y la coyuntura actual obliga a abrir el espectro: hay otras propuestas de país. 


Quiero detenerme en esa alternativa: hay otras propuestas de país. ¿Realmente las hay? Aparte del Pacto, no he escuchado nada distinto a los discursos de libreto y propuestas electoreras que se dicen desde las diversas campañas cada cuatrenio. Hay un video circulando por ahí donde contraponen las propuestas de Duque cuando fue aspirante a presidente con la del candidato del establecimiento de hoy. Las similitudes, más que abrumar, indignan. Uno se pregunta de dónde sacan los candidatos a sus asesores de campaña. En ésta, da pena ajena lo que ponen a hacer a sus jefes para ganar un punto en las encuestas. Las campañas actuales se centran más en el impacto y la viralidad que en el contenido de las propuestas. Campañas de marketing, por así decirlo. Y por ello pagan una millonada. Una vergüenza. Tienen que disimular su pobreza programática con saltimbanquis, cabecitas con el balón o tocando un instrumento. Esas son sus propuestas: que el circo continúe.  Por eso entiendo por qué Petro se mantiene arriba: lo suyo no es el espectáculo sino la contienda pura y cruda. Es el único que ha propuesto algo, así muchas veces esas propuestas cueste digerirlas, menos aceptarlas. Y sin embargo, a pesar de la resistencia que muchos sectores todavía  tienen sobre lo que representa, es el único que propone.


Los otros candidatos más o menos, con mayor o menor tiento, proponen lo mismo. Más de lo mismo. Quieren representar ese sector conservadurista de Colombia para el cual las cosas están bien como están y no hay que cambiar nada. Hay que hacer mejor las cosas, eso sí,  pero no cambiar nada. Sobre todo, son reacios a los discursos radicales. Mientras nada amenace su statu quo, las cosas deben seguir por el mismo cauce, sin importar el nombre que llegue a la casa de Nariño. De ahí que se diga "cualquier cosa, menos Petro".


Eso debería ser suficiente para votar por el Pacto. Las cosas no deben seguir siendo como hasta ahora han sido porque este sistema solo beneficia a un sector y, de lo que se trata, es de equilibrar la balanza. Y los otros candidatos, lejos de propender por este ideal, lo que desean es continuar con la quietud en la ciénaga. Con el silencio en el foso, con la parálisis de una nación anquilosada en su pasado feudal. Claro que es un deber votar por Petro. Un voto por el Pacto es reaccionario, según esta lectura de la realidad. 




lunes, 9 de mayo de 2022

CARTAS A UN INDECISO (5)

 cartas a un indeciso 5

el país que se recibe


Durante esta serie de cartas, he escrito desde el punto de vista del que llega, del que arriba, cual viajero, a una tierra de la que había oído, desde la perspectiva del que se dispone a ejercer la función pública. He intentado desglosar esa maraña de circunstancias que aquejan al que se apresta a conducir un país tan complejo y paradójico como nuestra nación, pero ¿y lo que encontramos?... He intentado hasta el hartazgo ser ecuánime y dirimir los conflictos previstos con la mayor objetividad posible, estableciendo que nuestra bandera siempre será la ecuanimidad. Me he despojado del fervor patriótico que encarna la oportunidad representada en el Pacto y sin ambages me he aventurado a vislumbrar un mejor país que comienza el 7 de Agosto con todos los riesgos y dilemas que esta decisión comporta, pero ¿y lo que se hereda? Ha sido tan vasto el panorama de posibilidades que contiene la visión del Pacto sobre el país que se quiere, que no he tenido la ocasión de detenerme por unos instantes en el pantanal en que se ha convertido nuestro país luego de la horrorosa gestión del gobierno saliente: estas líneas quieren acercarme a ese fracaso de país..


Durante poco más de veinte años hemos seguido la férula del uribismo. Lo digo con vergüenza: voté por las dos reelecciones de Uribe. Y durante esos aciagos años hemos presenciado lo peor de la condición humana. Tenemos 6.402 razones para dudar del gobierno saliente y poner en tela de juicio sus cifras. Tenemos razones de sobra para desconfiar de ellos y cambiar, dar el viraje hacia otra visión de país.  En el tiempo en que el uribismo se ha instalado en el ámbito nacional solo hemos presenciado la desigualdad, que los pobres cada día son más pobres y que las oportunidades de subvertir ese orden son mínimas, casi inexistentes. Y sobre todo, hemos visto con indignación cómo unos se aprovechan de otros y del erario público para aumentar obscenamente sus patrimonios. Los que votamos por Petro somos más que un momento de.la historia: somos la resultante de una conciencia lúcida que decidió decir, de una vez por todas, ya basta. Somos Legión: un poco más de cinco millones de partidarios quienes decidimos dar un golpe en la.mesa y apostar por el cambio


Respecto al país que encontramos, se vale decir que apenas hay algo que se pueda llamar país. Una nación saqueada, vilipendiada. Índices de pobreza desbordados, indicadores sociales desquiciados, inhumanos. Y nos iban a salvar de convertirnos en Venezuela… ese es el país que encontramos: al borde del abismo. Un país que se desmorona entre los temores de los siervos y la codicia de quienes se resisten por todos los medios posibles a dejar los beneficios esquilmados por largos años. Encontramos una nación fracturada, una olla podrida, una caterva de oportunistas que se reparten el poder como si fueran dependencias de una empresa. Encontramos un país cooptado por mafias y criminales. En este sentido, el discurso de Petro es invaluable. Ese discurso es quien finalmente lo perfila como mandatario. Y es ese país deplorable y menesteroso que el Pacto tendrá que reconstruir, hacer viable. No refundar una patria, como quieren hacerlo ver los sedicentes patrocinadores del establecimiento, sino convivir unos y otros en este pedazo de tierra llamado Colombia. Ese es el país que encontramos: un paciente en cuidados intensivos. 


jueves, 5 de mayo de 2022

CARTAS A UN INDECISO 4

                      Cartas a un indeciso

Cuando seamos gobierno 

Cuando seamos gobierno, los que hoy son gobierno serán oposición. Con todo lo que ello acarrea. Tendrán el beneficio indiscutible de la verdad cuando arrecien con sus críticas sobre la construcción de país que pretende el pacto. En eso no hay reparos, menos reclamos: es una condición apenas natural. El que gobierna corre el riesgo de ser criticado, tanto por lo que hace como por lo que deja de hacer. La cuestión está en la razón que tengan quienes ejercen el legítimo y constitucional derecho de la libre expresión: eso es lo puntual y lo que hay que tener en cuenta. Los que votamos por Petro y ejercemos una labor opinadora nos convertimos, por eso mismo, en defensores de oficio y sin sueldo del gobierno en ejercicio. Pero que se entienda, desde ya, esto: no le damos al Pacto un cheque en blanco para que haga lo que se le antoje y tengamos que salir a recoger la boñiga de sus resultados. Si hay lugar a críticas,  incluso de nuestra parte, tendremos la honestidad de conciencia en ser los primeros en poner el dedo en la llaga. Es lo responsable y lo correcto. Lo repito: el gobierno saliente pasará a ser oposición y, con ello, a examinar con lupa el actuar del gobierno de turno. Como siempre ha sido.


Una de las virtudes de la oposición es decir las cosas desde la barrera, desde el público,  y pontificar. Pero no debemos perder nuestro propósito de país incluyente: hay que equilibrar la balanza. Y en la dinámica de este propósito, a cada avance cada objeción. La oposición será feroz y desde el primer día, sea lo que haga el Pacto, el muro de lamentos estará disponible para el país diciendo "se los dije". No hay que caer en esas sutilezas retóricas. Como dije,  los que hoy opinamos a favor del Pacto nos convertiremos, a partir del 7 de Agosto, en defensores sin sueldo de un proyecto de país que elegimos en las urnas y propugnamos desde nuestras columnas de opinión, pero eso no le da al gobierno una patente de corzo para dirigir a su antojo. Nosotros simpatizamos con un proyecto, pero si debrmos hacer objeciones, las haremos. 


Cuando seamos gobierno también seremos la esperanza de los que desean un cambio. Y lo correcto es corresponder a esa voluntad no con obediencia ciega y fanatismo a un líder, sino con pensamiento crítico y constructivo, como lo venimos pidiendo desde hace cuatro años.