lunes, 26 de septiembre de 2022

Bitácora de una Colombia que renace (10)

 El tema ambiental en la agenda política internacional


Es inédito en la política colombiana que un presidente le hubiera alzado el tono de voz a Estados Unidos en un escenario como la asamblea de las naciones unidas y que ese tono tuviera un marcado contenido ambiental. Tan solo por eso, valió la pena haber votado por el cambio. Pero, a diferencia de lo que opina Miguel Turbay (para quien cada actuación del gobierno es sospechosa y susceptible de examen) el discurso no reivindica al elegido con sus electores: es, por el contrario, concretizar lo prometido en campaña. Lo interesante de la intervención del presidente Petro no está, sin embargo, en el contenido de su discurso, sino en el viraje que da con el mismo a las relaciones con el norte. El norte: una palabra precisa para referirse a Estados Unidos. Lejos de provocar un incendio, intuyo en las palabras de nuestro presidente una nueva posición con respecto a las relaciones que hemos tenido con nuestros amigos gringos. Y como ha insistido desde el principio de su administración, nuestro presidente quiere un diálogo franco y sincero, donde el respeto y no el menosprecio sea la rúbrica distintiva. Una gran diferencia con respecto a todas las administraciones pasadas. En este artículo no pretendo hacer una disección pormenorizada del contenido de su alocución (tema ya agotado por nuestros analistas); me interesa la posición que asume el gobierno colombiano frente al exterior. Desde luego, todos los conservaduristas salieron lanza en ristre contra nuestro presidente, lo cual cabría esperarse: no era para menos. Ellos nunca se habrían atrevido siquiera a mirarlos a los ojos si estos no se lo permitieran. Se escandalizan cuando alguien lo hace. Es como el esclavo que osa increpar a su amo. No entienden otra ética que la erogada por la servidumbre voluntaria. Es su naturaleza: tienen un código moral tan obtuso y anacrónico que, para mantener su estatus social con sus prebendas y privilegios, se acostumbraron a medrar entre las sombras de un país feudal. Por eso la indignación. Olvidan que, en esta porción de tierra, habitamos nosotros y ellos y ya el oscurantismo pasó. No somos una colonia del norte. Por tanto, sólo se habla (sobre todo se discute) entre iguales, como escribiera Savater. Y esa igualdad empieza en las palabras, en el discurso, en la proposición de ideas para replantear una nueva política antidrogas, por ejemplo.


Los ojos del mundo se posan en el medio ambiente. Petro acusa al capital por el deterioro del planeta. Y tiene razón: al empresario no le importa talar una hectárea si con eso logra un buen pago. Ven los recursos naturales con el signo equivocado del dinero. Todo lo tasan y todo lo venden. Hasta ahora, cuando llega alguien que no comulgan con sus pesas ni medidas. Por eso creo en el cambio.


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